El Gato
Una triste medianoche, cuando en tristes reflexiones,
Sobre más de un raro infolio de olvidados cronicones
inclinaba somnoliento la cabeza, de repente
a mi puerta oí llamar:
como si alguien, suavemente se pusiese con incierta
mano tímida a tocar.
La ventana abrí -y con rítmico pavoneo y pelo extraño
entró un gato majestuoso de la sacra edad de antaño.
Trocó entonces el gato negro en sonrisas mi tristeza
con su grave, enrulada y seria decorosa gentileza.
Por saber que pretendía aquel gato ominoso
de un pasado inmemorial, le pregunté:
"Eh, profeta, duende o diabloEl gato dijo: "Nunca más"
más profeta al fin ya seas,
dime, dime te lo imploro:
¿Es que alguna vez me dejarás descansar?"
El gato dijo: "Nunca más""¿Y algún libro leer?
¿Eso si me dejarás?"
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